miércoles, 26 de noviembre de 2008

MI MADRE (2)

Imagenes actuales del hipodromo de mi pueblo!

Tarde de domingo. Verano. Calor insoportable. Por aquellas epocas mi madre tenia un colmado (almacen se llama alli) y el domingo por la tarde se descansaba de despachar azucar, harina, pan, aceite, porotos, fideos de sopa, vino ..... A las doce cerraba el almacen y a las doce y media estabamos sentados a la mesa, el domingo era dia de pasta casera, con estofado de carne. Mientras mis hermanos mayores la ayudaban a atender el almacen ella, amasaba y preparaba la pasta fresca:tallarines, raviolis, ñoquis..., antes ya habia preparado el estofado, y mientras aquel olorcito delicioso invadia la casa, ella, en su mesa de alas plegables, iba colocando su artesanal obra culinaria. Todo estaba listo para las doce y media, uno de nosotros se encargaba de poner la mesa: el pan, las servilletas, los cubiertos y los vasos para la coca cola que tocaba solo los domingos, por ser dia festivo. A la voz de: A COMER!!!! ibamos ocupando los correspondientes asientos, y ella observando las manos de todos nosotros, para ver si era verdad que nos las habiamos lavado con jabon.
Algunos domingos mi padre no estaba en casa, trabajaba como revisor en los trenes y en ocasiones se iba un dia y regresaba al siguiente.
Nos sentabamos a la mesa mirando con ansia la fuente enorme en el centro, en la que humeaba
la pasta recien hecha con su estofado de carne.Junto a la fuente un rallador y trozo de queso "duro" para quien quisiera queso rallado.
Hay olores que permanecen para siempre en mi memoria olfativa, el de las comidas de mi madre , cada vez que pienso en ellas, se reproduce y se huele tal cual.
Ella decia: PLATOS!! y cada uno le iba pasando el suyo, miraba de quien era el plato y servia: mucho para los muy comilones, menos para los que siempre dejaban una muestra, pero siempre preguntaba: asi esta bien? y dependiendo de la respuesta, ponia mas o quitaba. Cuidaba de nuestra salud, queria vernos bien alimentados y fuertes, porque el desgaste de energia, era mucho, pero nunca forzaba a ninguno de nosotros a comer mas de lo que nuestros estomagos pedian. Cuando nos veia "flacos", ella misma nos recetaba aquellas pastillas MacCoy, de aceite de higado de bacalao, segun ella, eran vitaminas para fortalecernos, abrirnos el apetito y estar asi saludables. Cada cambio de estacion nos purgaba, el dia de purga era de fiesta, no ibamos al colegio pero tampoco podiamos alejarnos demasiado de la casa, en prevencion de nuestros "apuros intestinales".
Despues de comer, el postre, que casi siempre era: arroz con leche; algunas veces crema de maicena con azucar quemada y algunas otras, muy pocas por cierto, duraznos en almibar.
Un ratito de sobremesa y luego a lavar los platos , vasos y cubiertos, y entonces, era cuando nos decia: quieren ir al hipodromo? El Hipodromo estaba muy cerca de mi casa, a ella le encantaba ver las carreras de caballos y de vez en cuando echaba algun boleto dejandose llevar por la intuicion cuando veia desfilar a los potros que intervendrian en la carrera.
Recuerdo que nos poniamos nuestras mejores galas domingueras, con sombrero o gorra incluidos , porque en el hipodromo echabamos a correr o paseabamos al rayo del sol.
Que simpaticos nos veiamos. Ahora, al recordar aquellos domingos a la tarde , asimilo la escena de mi madre, seguida de sus ocho hijos, con la de una gallina seguida de sus pollitos, asi ibamos camino del hipodromo, ella delante llevaba de la mano al mas pequeño y los demas, en fila india orgullosos y elegantes, limpios y relucientes y dispuestos a encontrarnos con otros chicos del barrio para correr y hacer travesuras durante toda la tarde.
Cuando volviamos a casa despues de una tarde de verdadera juerga, nuestras ropas iban derecho a la tina y al dia siguiente la señora Cecilia, que ayudaba a mi madre, se estaba toda la mañana lava que te lava.
Por supuesto que alli merendabamos, mi madre llevaba su mate y coca cola para nosotros y un enorme pan casero, recien amasado, crujiente , aun tibio, envuelto en un mantel, hacia las delicias de la familia reunida en el Hipodromo del pueblo!!!
Volviamos a casa contentos, sucios, sudados, despeinados, y tan felices...Mi madre, mientras cambiaba a los pequeños, iba escuchando a cada uno los relatos de nuestras aventuras domingueras, reia y dependiendo de lo que le contaramos, a veces nos reñia, pero nos escuchaba con atencion y de vez en cuando, nos abrazaba o pasaba su mano por nuestra espalda, en un gesto tan tierno y cariñoso que hoy no puedo menos que recordarlo estremecida de emocion.
Asi era ella, con todos y cada uno de sus retoños, siempre habia una palabra de aliento, siempre una caricia o un abrazo, tenia tiempo para todo aquella mujer que tuve la suerte de que fuera mi madre.

2 comentarios:

nube gris dijo...

La” viejita linda”, como vos llamáis, de poder leer estos escritos, estaría muy orgullosa de que uno de sus retoños tenga esos recuerdos tan lindos de ella.
Seguramente vos, sos también un ser tan lindo como el de la mujer que descifráis con paisajes e instantáneas tan precisas, así como a la par dulces y tiernos momentos.
Gracias por los momentos de lectura que nos proporcionáis.

Nem dijo...

Sabes? una caricia de las manos de mi viejita linda, era un regalo para mi piel. No se si ella me lee o no, en todo caso, es mi homenaje a esa mujer que fue mi madre y con la que comparti momentos inolvidables!
Gracias por tus comentarios, sos una lectora fiel!!!